03 diciembre 2011

Otro siempre que se quedó a mitad de camino.

Esas miradas de indiferencia, esa forma de pasar la una de la otra; todavía no me lo creo. Todavía no me creo que nuestra amistad haya llegado hasta este punto. ¿Cómo fui capaz de dejar que todo esto sucediese?
Sabes que sólo quería que fueses feliz aunque no me di cuenta de que lo eras. Eras muy feliz porque los dos estábamos a tu lado. Yo me alejé pensando que aquello haría que fueses más feliz, junto a él. Pero por paradojas de la vida lo único que conseguí fue que ambas perdiésemos parte de nuestra felicidad. Felicidad que, como tú misma dijiste, sólo podré tener si estoy a tu lado.
Siempre fuiste una persona que me fascinó, fuiste ese tipo de persona que llamó mi atención desde el principio, pero como todas las historias, no sólo tiene un principio, también tiene un final y , espero equivocarme, pero creo que ese final ya está aquí.
Dudo que te hayas dado cuenta pero si por casualidad lo has hecho quizá a estas alturas sepas que ya no llevo tu colgante pero no por rencor u odio, ni mucho menos, sino porque no puedo llevarlo puesto. Ahora mismo es como un recuerdo del tipo de amiga que fui y de todos los fallos que tuve contigo. Pero no creas que lo olvidé como cuando un niño deja de lado un juguete viejo en un rincón. Si no que lo colgué en el corcho que hay encima del escritorio. En el mismo corcho en el que están las fotos de la que sabes, es la persona más importante de mi vida.
Tú eras una de esas personas, una de las más importantes y supongo que lo sigues siendo, aunque de una forma muy distinta.
En estos últimos meses las cosas cambiaron demasiado.


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