26 noviembre 2011

18.

Fue un amor a primera vista, de esos que sólo crees que pueden ocurrir en las películas y porque un guión lo exige. Esto no era ninguna película, era mi vida y él apareció en ella como por arte de magia. Sus ojos verdosos me transmitían seguridad, mucha más que la que cualquier otra persona podría ofrecerme, y sus labios me tentaban a besarle.
Él aprendió rápido a sacarme sonrisas y se convirtió en el dueño de mi mirada y de mis palabras. Todo lo que giraba a mi alrededor poco a poco fue perdiendo importancia y nada tenía sentido sin él. Llegó un momento en el que mi vida entera dependía de él.
Las cosas buenas duran poco tiempo, o al menos, eso dicen. Después de dos meses aún sigo pasándome las noches en vela. Aún me duele ver cómo besa a otras chicas que no sean yo, con esos labios que un día fueron sólo míos.


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