Todos hablan de tocar el cielo.
Unos dicen que están en él, otros que a tres metros sobre él y otros, que lo pueden llegar a tocar con un dedo. Yo, sinceramente, prefiero mantener los pies sobre la tierra. No es miedo a volar, es miedo a la caída. Ya que cuánto más alto te sientes, más duro es el golpe.
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